sábado, 31 de enero de 2015

A001 El Poblado Ibero-romano de El Monastil PE-007

El Yacimiento Arqueológico de El Monastil


EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO  IBERO-ROMANO DE EL MONASTIL

Localización:

 El Poblado Ibero-romano Amurallado de El Monastil , Bien de Interés Cultural (B.I.C.) eldense, se encuentra ubicado en el término municipal de Elda, en el extremo oriental de la sierra de La Torreta, allí donde el Río Vinalopó traza un pequeño meandro en el escarpado de la montaña.

Localización del Yacimiento Arqueológico de El Monastil en Google Maps

Para llegar hasta él no es necesario más que tomar la salida de la Autovía Alicante-Madrid a la altura de la sección transformadora de Hidroeléctrica,  una vez pasado Petrel y cerca de  la estación de servicio El Guirney. La entrada a Elda pasa por la misma puerta del recinto, que se encuentra vallada en su perímetro, dado que en la actualidad prosiguen las excavaciones en el mismo.

Vista aérea del Yacimiento Arqueológico de El Monastil

Historia:

  Las ruinas del poblado de El Monastil eran conocidas por los eldenses  que habitaban el valle de Elda en la Edad Media. Sin embargo, estas ruinas no despertarían el interés de los investigadores hasta finales del siglo XIX, cuando D. Lamberto Amat Sempere, primer historiador local, comenzara a divulgar la importancia de este yacimiento histórico.

 En las primeras décadas del siglo XX, el maestro eldense Juan Vidal Vera inició las primeras excavaciones en El Monastil y, en los años 30 , otro ilustre maestro, D. Antonio Sempere, desarrolló una importante labor de investigación en el yacimiento.

 En el año 1.983 se fundó el actual Museo Arqueológico de Elda, ubicado actualmente en la Casa de la Cultura eldense, que contiene alrededor del setenta por ciento de los materiales extraídos de este poblado amurallado.

 Sus orígenes se remontan a la Edad del Bronce, por la comparación con los materiales hallados en el Peñón del Trinitario, en la montaña de Bolón, en la salida de Elda hacia Monóvar. Ambas similitudes dan por sentado de que se trata de dos asentamientos de esta edad.

 En la cercana cueva de la Casa Colorá, en la ladera sur de La Torreta, apareció un enterramiento múltiple de, al menos, tres individuos y, junto a los restos humanos, se hallaron hachas pulidas, cerámica manual y piezas de sílex, pertenecientes a un enterramiento entre los años 2.500 y 2.000 a.C, por lo tanto, del periodo Eneolítico. En las inmediaciones  del poblado, a la altura del muro del Pantano de Elda, se hallaron enterramientos en la margen izquierda del río (Cueva del Hacha), con tres cráneos y un pequeño ajuar funerario, fechados entre 2.000 y 1.800 a.C., del Campaniforme de transición.

 Esto data al poblado en el Bronce pleno, y existiría hasta entrado el año 1.000 a.C en el Bronce tardío, e incluso hasta la aparición de la cultura ibérica hacia el 500 a.C.

 En torno a este tiempo aparece en El Monastil la cultura ibérica, y los pueblos nómadas del Sur de la península van llegando hasta estas tierras para poblar de nuevo el ancestral asentamiento de la Edad del Bronce. En El Monastil es muy probable que ello ocurriera en el paso del siglo V al IV a.C., como se desprende de las excavaciones realizadas.

 Posteriormente, a mediados del siglo I a.C., será sucedido por la fase de romanización que cristalizó en la formación de un núcleo romano, hasta su total desaparición alrededor del siglo II d.C.

Descripción:

 El Poblado amurallado de El Monastil se organiza urbanísticamente a partir de una calle larga y central que discurre a lo largo del asentamiento, y a cuyos lados se distribuyen los compartimientos o viviendas, estando todo ello adaptado a la topografía del terreno donde se asienta.

 El poblado que conocemos hoy es fundamentalmente una acrópolis, o ciudadela elevada, que se extiende hasta la estribación Este de la Sierra de la Torreta, aunque es evidente que el poblado ibérico se extendía por las llanuras que desde la falda de la sierra caen hasta las riberas del Vinalopó  por el flanco sur. Es en esta zona donde las excavaciones efectuadas encontraron a nivel profundo ( más de 1,80 m.) la construcción más antigua del poblado ( al menos del siglo V a.C. ).

  Estas estructuras quedan fuera de la “ciudad alta” y la montaña y dan paso a una gruesa muralla, hoy muy destruida, que muestra una pequeña porción de cubo o torreón. Esta muralla alterna alterna con la propia roca  y ambas consiguen fortificar el poblado superior. Éste cuenta, en el flanco norte, con unas 21 viviendas, entre 6 y 12 metros cada una, con forma cuadrada o rectangular, con muros medianeros, comunes a las viviendas. Es lo que hoy en día llamaríamos “adosados”.

 En el flanco sur, suman un total de 25 viviendas, en las que destacan dos de ellas de unos 30 metros cuadrados habitables. Los arqueólogos piensan que deben tratarse de estancias “señoriales” o de almacenes comunes para ellas.

 En la zona alta, solo se encuentra un núcleo de 5 viviendas, que cierra la acrópolis por esa parte. Todo ello da una idea aproximada de unos 170 habitantes  (según Serra Fols) en la ciudadela, número superior si contásemos con los que habitaban las partes bajas del poblamiento. No se ha encontrado aún la necrópolis del poblado, aunque algunos autores creen que tendría relación con la probable necrópolis del Chorrillo, a escasos 2 Km. del poblado, que se dataría alrededor del siglo IV a.C.  por los materiales allí hallados.

 La importancia de la cultura ibérica de El Monastil queda demostrada por los restos arqueológicos encontrados allí y expuestos en el Museo local. Se trata pues de un asentamiento íbero de características análogas al célebre yacimiento de La Alcudia de Elche, y según se desprende de los trozos de cerámica ibera pintada y allí encontradas, se puede hablar de un “maestro pintor de El Monastil”, dadas las características tan especiales que presentan tales decoraciones en la cerámica hallada.

 Con la romanización, El Monastil sufrió el mismo tipo de suerte que otras plazas íberas de la región (La Alcudia, Denia o Lucentum), con iberos romanizados o los propios romanos , originando las llamadas uillae romanas o lo que es lo mismo, las venideras villas.

 La ciudad ibérica de El Monastil fue llamada por los romanos Ello ( o Elo). Se ha encontrado una estela romana con la inscripción AD ELLO , cuyo significado es “hacia Ello”, y estaba ubicada en un ramal de la Via Augusta que descendía  por el Valle del Vinalopó hacia Illice (Elche) y Cartago Nova (Cartagena), por lo que se supone que la ciudad de Elo comenzaría un importante comercio con los romanos para adquirir los productos que éstos traían desde Italia. 

 Las clases pudientes ibéricas se aliaría con los nuevos dominadores y decidiría equipararse a ellos imitando su forma de vida, como lo demuestran los restos encontrados en el poblado.

 En los tiempos romanos, las viviendas usaron tejas, curvas y planas, de las que se han hallado muchísimas en El Monastil. También, dado su esplendor, han sido halladas muchas piezas numismáticas romanas acuñadas en diversas cecas de la época, tales como Illici, Tarraco, Dianum y Cartago Nova. De esta última se han hallado hasta 8 piezas. También se encuentran muchos restos de ánforas y otros utensilios en “terra sigillata”, lo que demuestra que El Monastil llegó hasta la  época Medio-Imperial romana, en tiempos de Augusto y Tiberio.

 Un descenso sustancial de restos altoimperiales en la acrópolis hacen pensar que la ciudad romana de Elo sufrió una fuerte recesión económica y por ende un abandono parcial importante del poblado, lo que dio lugar a que las gentes descendiesen al valle, junto a los márgenes del río, lo que dio lugar a muchas explotaciones agrícolas en ambas orillas: Casa Colorá, Arco Sempere, Puente I y Las Agualejas, importantes lugares donde se han descubierto muchos hallazgos romanos en los últimos años.

 En el siglo IV, un nuevo esplendor aparece en la parte alta de la acrópolis debido a un nuevo auge económico de la zona, demostrado por las importaciones de cerámicas norteafricanas y circulación monetaria, abundando las ánforas de vino y aceite béticas, así como otras provenientes de Provenza y Marsella. Esta actividad se prolongará hasta el siglo VI, hasta la aparición del periodo visigodo, donde los habitantes elotanos fueron bajando paulatinamente al llano del valle hasta fundar la actual ubicación de Elda. De esta época existen multitud de restos arqueológicos en el Museo local, cuya visita recomendamos para que podáis apreciar las visicitudes por las que pasó toda esta zona.

 En el yacimiento se ha excavado y recuperado la antigua iglesia paleocristiana visigoda, la cual, para poderla ver en todo su esplendor se han instalado dos altillos o plataformas metálicos desde los que se disfruta una visión magnífica de la misma.

TEXTOS:

Bienes Catalogados del Excmo. Ayuntamiento de Elda.

Poveda Navarro, A.M.:   “El Poblado ibero-romano de El Monastil

FOTOS:   Ximo G. Rico   (Amigos del Castillo de Elda)

                                                 ========================

Galería fotográfica:




























































No hay comentarios:

Publicar un comentario