viernes, 6 de febrero de 2015

U001 El Castillo de Elda PE-014

El Castillo-Palacio de Elda

EL CASTILLO DE ELDA

Localización:

El Castillo-Palacio de Elda se encuentra en la población alicantina del mismo nombre, al Oeste de la ciudad, cerca del puente que nos lleva a la estación del ferrocarril y en el margen izquierdo del Rio Vinalopó. Pertenece Elda a la comarca del Vinalopó Mitjá. Es un Bien de Interés Cultural (B.I.C.) eldense.


Localización del monumento en Google Maps

 Por estar en reconstrucción y en excavaciones arqueológicas, solo podemos admirar sus exteriores. Se accede a la puerta de entrada por la calle Virtudes, situada en las cercanías de la rotonda donde está situado el mismo Castillo-Palacio y frente al antiguo Matadero Municipal. Se encuentra pendiente de una actuación inmediata en el antemural A4 y en la torre nº 10, que dio comienzo en Julio de 2.015.

Plano general del Castillo-Palacio de Elda y  partes del mismo

Historia:

La historia de Elda comienza con los más antiguos asentamientos de la Edad de Piedra en el valle, a los que siguieron diversos poblamientos de la Edad del Bronce y Edad del Hierro. El Monastil fue uno de estos asentamientos hasta la llegada de la cultura ibera.

Hay vestigios de un asentamiento prehistórico ibérico, así como de la romanización y de la época bajo imperial en el Yacimiento Ibero-Romano de El Monastil, a sólo 1 km. al norte del Castillo de Elda.

Con la llegada del Islam a estas tierras, el núcleo poblacional de El Monastil entra en decadencia y es abandonado progresivamente. Sólo pervivirá, entre los siglos VIII-X una pequeña comunidad musulmana de monjes-soldados en torno a una pequeña mezquita.

 Antes de crearse el núcleo de la actual Elda, en los alrededores se formó una alquería islámica que posteriormente fue abandonada. Posteriormente surgirá el enclave islámico de Illa en torno al actual castillo que fundaron los musulmanes almohades a finales del siglo XII. De la Elda islámica se han descubierto una necrópolis árabe (en las inmediaciones del Excmo. Ayuntamiento), algunas viviendas y un taller de alfarería. También se sabe que bajo los cimientos de la Iglesia Arciprestal de Santa Ana, había una mezquita árabe.

 La edificación de la fortificación islámica cabe situarla entre el año 1.172, fecha de la derrota del ejército almohade en Huete con su retirada hacia Murcia, y el año 1.244, cuando tras el Tratado de Almizra el rey Fernando III de Castilla dona el castillo y villa de Elda a uno de los caballeros participantes en la campaña militar de Murcia. Este dato está avalado por todos los restos de época almohade aparecidos en las excavaciones del castillo.

 Pero breve fue el espacio de tiempo que permaneció el castillo bajo dominio musulmán, pues a consecuencia del Pacto de Alcaraz (1.243) la totalidad del reino musulmán de Murcia pasó a convertirse en protectorado castellano.

 Elda fue conquistada en 1.243 por el rey Jaime I, permaneciendo bajo soberanía castellana hasta 1.296 en que fue tomada por Jaime II de Aragón. La villa y castillo de Elda fueron prontamente cedidos a uno de los caballeros que participó en la campaña murciana del infante Alfonso, y así, el 15 de Abril de 1.244, Fernando III donará la villa y castillo a Guillén “el alemán”, que lo poseerá hasta su muerte en 1.245. Será entonces cuando el rey lo entrega a la Orden militar de Santiago, que lo mantendrá entre 1.245 y 1.257, como uno de sus puntos avanzados en el amplio conjunto de posesiones santiaguistas.

 Sin embargo, en este último año, el ya rey Alfonso X el Sabio lo rescatará de las manos de la Orden y se lo entregará a su hermano, el infante don Manuel, que lo incluyó en su extenso rosario de posesiones en el Vinalopó, como parte integrante del señorío de Villena.

 En este tiempo sufriría el protagonismo que le confirió el Valle de Elda, como zona fronteriza entre los dos reinos, viéndose involucrada en los contínuos enfrentamientos entre ambos reinos cristianos a finales de la Edad Media.

 El siglo XIV vendrá marcado por la pertenencia de Elda y su castillo al reino de Valencia y por la intensa actividad bélica desarrollada en estas tierras. La conquista de Murcia (1.305) originó un cambio en la posesión de Elda, que pasó de manos castellanas a ser posesión, durante la primera mitad del siglo XIV, de miembros de la casa real de Aragón, como la reina Doña Blanca (1.305-1.312), esposa de Jaime II; y el infante don Fernando (1.329-1.363), hijo de Alfonso IV.

 Con posterioridad, durante la Guerra de los dos Pedros (1.356-1.366) el castillo participó activamente en la contienda, al ser utilizado como base de operaciones por el infante Fernando. Tras la muerte de este último, se produciría la conquista castellana de todas las fortalezas del Vinalopó.

 Con la retirada de las tropas castellanas, en la primavera de 1.366, el rey Pedro IV de Aragón dentro de su política der pago y agradecimientos, concede los señoríos de Elda y Novelda a Bertrand Duguesclín. Sin embargo, este caballero francés devolverá sus posesiones a la Corona, que volverá a conceder el castillo y lugar de Elda, junto con la fortaleza de La Mola, a otro caballero mercenario, en este caso el noble inglés Hugh de Calviley. Éste, a su vez, venderá en 1.378 el señorío de Elda y Aspe al rey Pedro IV, integrándose de nuevo Elda como parte del Patrimonio Real de Aragón.

  Frente a esta inestabilidad política, bélica y económica de los años precedentes, el último cuarto del siglo XIV y primero del XV vendrá caracterizado por una marcada estabilidad, favorecida por la pertenencia sucesiva de Elda al patrimonio de las reinas aragonesas doña Sibila de Forcia (1.378-1.387), cuarta esposa de Pedro IV, y doña Violante de Bar (1.387-1.424), esposa de Juan I. Ambas se preocuparán por la recuperación integral de la zona, potenciando las obras de refuerzo y reforma del castillo, incrementando su guarnición e iniciando su conversión en residencia aristocrática.

 El señorío de la reina Doña Violante acabó con la enajenación de las villas y castillos de Elda y Aspe a D. Ximén Pèrez de Corella, a quien el rey Alfonso V nombrará en 1.448 Conde de Cocentaina. Esta adquisición llevó pareja posteriormente las de las villas de Salinas y Petrer (1.431), con lo que el Corella lograría la estabilidad definitiva de estas villas tan castigadas durante el belicoso siglo XIV.

 Durante el siglo XV es de suponer que el castillo de Elda, sin perder el rasgo de plaza fuerte, fuera convertido en residencia temporal primero de Doña Violante y posteriormente del primer conde de Cocentaina durante sus estancias en sus posesiones valencianas más meridionales. A este respecto recordamos que durante los 24 años comprendidos entre 1.424, fecha de la compra de la baronía de Elda, y 1.448, fecha de la adquisición del señorío contestano y su nombramiento como conde de Cocentaina, Ximén Pérez de Corella debió residir frecuentemente en el castillo de Elda, por ser esta villa, junto a Aspe, sus principales señoríos jurisdiccionales, y así, en la primavera de 1.427 acogió al monarca aragonés Alfonso V en el castillo de Elda, durante unas jornadas de caza en los antiguos pinares de Elda.

 Además, al ser la fortaleza de mayor tamaño de sus dominios meridionales, rivalizó con los de Novelda y Monóvar, posesiones de la familia Maza de Lizana, rivales nobiliarios de los Corella, por otra parte, por lo que ello testimonia la importancia que debió tener el castillo y villa de Elda en la política geoestratégica de la familia Corella durante el siglo XV.

 Sin embargo, a finales del siglo, Joan Roiç de Corella i Moncada, III conde de Cocentaina, venderá paulatinamente sus posesiones del Vinalopó, y así, tras la venta de Aspe a la familia Cárdenas, señores de Elche, procedió a la venta de la baronía de Elda ( Elda, Petrer y Salinas) a D. Juan de Coloma, secretario personal del rey Juan II de Aragón y su hijo Fernando II, mediante un precontrato de enajenación firmado en Alcalá de Henares en 1.497, y que se hizo efectivo el 4 de Septiembre de 1.513 en la ciudad de Valencia.

 A partir de este año, la familia Coloma, de origen aragonés, convertirá el castillo en su casa solariega, circunstancia mantenida a lo largo del siglo XVI y parte del XVII, que dio lugar a la transformación definitiva de la fortaleza militar medieval en una residencia palaciega, digno palacio condal de una de las familias más nobles e importantes del Reino de Valencia, cuyos miembros llegaron a ser virreyes de Cerdeña, generales de los ejércitos en Flandes, embajadores, gobernadores y alcaides del castillo de Alicante por varias generaciones. El poder señorial de la estirpe Coloma encontrará su principal punto de apoyo con la institución del condado de Elda, efectuado por el rey Felipe II en 1.577 en la figura de D. Juan Pérez Calvillo de Coloma y Cárdena, al acabar su virreinato en Cerdeña.

 Por ello, en el siglo XVI se convierte en residencia del recién creado Condado de Elda, quedando como propiedad señorial el castillo y villa.  Los nuevos Condes de Elda lo transforman en un lujoso palacio renacentista y reforman asimismo el antemural para asegurar mejor su defensa. Este carácter de residencia condal, y lugar desde donde se administraba la jurisdicción señorial, permitió que el castillo perviviera en pleno rendimiento durante los siglos XVI al XVIII, hecho nada frecuente en el resto de fortificaciones de la cuenca del río Vinalopó, cuya vida y función no fueron más allá del siglo XVI.

A principios del siglo XVII la población se vio drásticamente reducida como consecuencia de la expulsión morisca, decretada por el rey Felipe III en el año 1.609, en la cual casi 2.000 moriscos eldenses tuvieron que abandonar la villa, tardando mucho tiempo en volver a recuperarse. A partir de este momento se produjo un marcado absentismo señorial de los condes de Elda, que no será paliado hasta el siglo XVIII por visitas esporádicas y su alojamiento en palacio, o también por la utilización de sus diversas dependencias como la cisterna, los almacenes de harina y aceite, torres, campanario, etc. por los ayuntamientos con ocasión de guerras, epidemias , plagas u otros acontecimientos.

 Durante la Guerra de Sucesión, los habitantes de Elda apoyaron mayoritariamente la causa de Felipe V, mientras que el Conde Coloma tomó partido por el archiduque Carlos.

 En las postrimerías del siglo XVIII, el abandono de la residencia condal llevó al  paulatino degradamiento de la fortaleza-palacio, y poco a poco (hasta se fueron vendiendo sus elementos para la construcción de las nuevas viviendas de la ciudad) fue entrando en un proceso de semi-ruina.

 Sin embargo, la evolución política española durante la primera mitad del siglo XIX conllevará la política desamortizadora de los gobiernos de la reina Isabel II, que asentará un duro golpe al antiguo Palacio Condal de Elda que, tras ser adquirido por el Estado (1.841), cuando la villa retorna a la Corona por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, es desamortizado y vendido, en 1.848, en pública subasta por 121.000 reales.

 Previamente, sufrió algún intento de demolición con el fin de construir un puente sobre el río (1.842); o el intento de reconstruirlo como cárceles para el Juzgado de Primera Instancia (1.844); o para acondicionar un espacio de funciones teatrales, suelta de novillos, etc (1.846).

 Las sucesivas trasmisiones de propiedad finalizarían en la adquisición del castillo por Pedro León Navarro y Vidal (1.866), maestro de obras, quien lo utilizó como aprovisionamiento de materiales para la construcción de viviendas y obras públicas, y así, las pasarelas de madera del puente del río se cambiaron por las jácenas y vigas extraídas de la fortaleza, o el puente de dos arcos levantado en 1.879, que se realizó con los sillares procedentes del desmantelamiento de las antiguas torres circulares.

Descripción:

 El Castillo-Palacio de Elda cabría definirlo como un complejo edificio donde se aúnan distintos tipos de fábricas, producto de la superposición de diversas construcciones que abarcan un dilatado periodo de tiempo entre los siglos XII y XIX, tiempo durante el cual el castillo se mantuvo en uso, transformando su fisonomía y adaptándolo a las necesidades de sus sucesivos propietarios.

 Nos encontramos, pues, ante las ruinas de una fortaleza de máxima importancia histórica caracterizada por su planta poligonal, definida por una muralla flanqueada por 10 torres y cubos, de las cuales 2 serían circularesyel resto cuadrangulares. Sucesión de lienzos de murallas y torres que delimitan un espacio intramurario de unos 2.700 m2, aproximadamente.

 Superficie otrora colmatada de escombros que ocultaban todas las habitaciones y estancias de sótanos y semisótanos, como demuestran los restos edilicios existentes tras algunas catas antiguas, aunque se conservan en la parte meridional restos habitacionales de considerable magnitud, identificables con la capilla religiosa palaciega; los almacenes de aceite y otras estancias diversas.

 Todo el recinto se encuentra perimetrado por un antemural de sección vertical en la ladera septentrional y alamborada ( en talud) en la zona meridional, delimitando una suoerficie interna de unos 5.230 m2.

 El acceso se realiza por el mediodía, al final de la calle Virtudes, en la llamada Plazuela del Castillo, espacio urbano que fosiliza una estructura defensiva anterior, tipo barbacana, que precede a la puerta del antemural, situada a 4,90 m. de altura desde el nivel de calle, al que se accede por un arco de medio punto rebajado, de sillería en los estribos y mampostería en la bóveda. Este recinto está dotado de una torre de planta cuadrada adosada que se encuentra en mal estado y sería necesaria su pronta restauración.

 Para salvar el desnivel se desarrolla una rampa empedrada que comunica el nivel del suelo con la puerta de entrada a la fortaleza por el antemural. En su interior, aparte de las dependencias citadas, destacan las dos cisternas: una subterránea ( siglo XV-XVI) en perfecto estado, de 11,05 x 5,50 x 4,70 m de dimensiones, y capacidad estimada en 255 m3; la otra, en superficie, es de menor tamaño y de indudable cronología andalusí ( siglo XII-XIII), que en el Medievo se utilizaría como estancia de diverso uso.

En los últimos tiempos se están llevando a cabo obras de restauración de sus torres y lienzos de muralla, así como diversas excavaciones arqueológicas, todo ello con la ayuda de la constituida Escuela Taller del Castillo de Elda, donde jóvenes en paro se instruyen en las técnicas de construcción.

La torre circular que queda en pie, tras su restauración,presenta en su remate las trazas de una posible corsera y en su interior se pueden ver los restos de una salita circular cubierta con una bóveda apuntada. A la derecha de este cubo se emplazaba la puerta original del recinto palatino.

 En el interior del castillo se observa un amplio patio abierto dominado por un gran aljibe, al que iban a parar las aguas procedentes de los techos de las habitaciones. Estas se encontraban unidas por balcones corridos, según apuntó don Lamberto Amat, antiguo cronista de la villa, que visitó el castillo a principios del siglo XIX, antes de su destrucción.

 Los restos de estas habitaciones podemos verlos en el área a mediodía del recinto, en la que se puede visitar una nave de planta rectangular cubierta con bóveda de medio cañón apoyada sobre arcos, y que, parece responder a la capilla del palacio.

 Junto a ella, existen otras habitaciones unidas por escaleras de las que se desconoce su uso. Adosado a éstas hay un gran edificio de planta rectangular y de tapial que podría corresponder a la primera planta de una posible torre musulmana existente en el recinto antiguo, antes de las reformas y adaptaciones bajo-medievales.

 Lo que podemos ver hoy corresponde casi a todo a reformas llevadas a cabo en el castillo-palacio durante los siglos XV y XVI, bajo los señoríos de Ximén Pérez Ruiz de Corella y los Coloma, Condes de Elda, aunque la obra antigua debe pertenecer a finales del siglo XII o principios del siglo XIII.

 En la actualidad, el grupo social  "Amigos del Castillo de Elda", trabaja para dar a conocer a todos sus seguidores y a  los eldenses, en general, la situación y estado de este Bien de Interés Cultural (B.I,C.) de la ciudad de Elda, recabando información y apoyando las iniciativas que lleven a buen fin la puesta en valor de la fortaleza, así como del resto de bienes históricos y culturales de la ciudad.


TEXTOS:     

ANTONIO M. POVEDA NAVARRO (1.993): "El Castillo de Elda: el proyecto actual de consolidación y restauración". Castells 3, págs. 9-13

                 ANTONIO M. POVEDA NAVARRO y J.C. MÁRQUEZ VILLORA: " El Castillo de Elda, del origen a la recuperación". Excmo. Ayuntamiento de Elda. 2.003.
    
                        GABRIEL SEGURA HERRERO (2.001): "El Castillo-Palacio de Elda". Castillos y torres del Vinalopó. Centre d´Estudis Locals del Vinalopó

FOTOS:   Ximo G. Rico; Rafael Bernabéu  y  VV. AA.
                         


Galería fotográfica:



































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