El Yacimiento Arqueológico de El Monastil
EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO IBERO-ROMANO DE EL MONASTIL
Localización:
El Poblado Ibero-romano Amurallado
de El Monastil , Bien de Interés Cultural (B.I.C.) eldense, se encuentra
ubicado en el término municipal de Elda, en el extremo oriental de la sierra de
La Torreta, allí donde el Río Vinalopó traza un pequeño meandro en el escarpado
de la montaña.
Localización del Yacimiento Arqueológico de El Monastil en Google Maps
Para llegar hasta él no es
necesario más que tomar la salida de la Autovía Alicante-Madrid a la altura de
la sección transformadora de Hidroeléctrica,
una vez pasado Petrel y cerca de
la estación de servicio El Guirney. La entrada a Elda pasa por la misma
puerta del recinto, que se encuentra vallada en su perímetro, dado que en la
actualidad prosiguen las excavaciones en el mismo.
Vista aérea del Yacimiento Arqueológico de El Monastil
Historia:
Las ruinas del poblado de El Monastil eran
conocidas por los eldenses que habitaban
el valle de Elda en la Edad Media. Sin embargo, estas ruinas no despertarían el
interés de los investigadores hasta finales del siglo XIX, cuando D. Lamberto
Amat Sempere, primer historiador local, comenzara a divulgar la importancia de
este yacimiento histórico.
En las primeras décadas del siglo XX, el
maestro eldense Juan Vidal Vera inició las primeras excavaciones en El Monastil
y, en los años 30 , otro ilustre maestro, D. Antonio Sempere, desarrolló una
importante labor de investigación en el yacimiento.
En el año 1.983 se fundó el actual Museo
Arqueológico de Elda, ubicado actualmente en la Casa de la Cultura eldense, que
contiene alrededor del setenta por ciento de los materiales extraídos de este
poblado amurallado.
Sus orígenes se remontan a la Edad del Bronce,
por la comparación con los materiales hallados en el Peñón del Trinitario, en
la montaña de Bolón, en la salida de Elda hacia Monóvar. Ambas similitudes dan
por sentado de que se trata de dos asentamientos de esta edad.
En la cercana cueva de la Casa Colorá, en la
ladera sur de La Torreta, apareció un enterramiento múltiple de, al menos, tres
individuos y, junto a los restos humanos, se hallaron hachas pulidas, cerámica
manual y piezas de sílex, pertenecientes a un enterramiento entre los años
2.500 y 2.000 a.C, por lo tanto, del periodo Eneolítico. En las
inmediaciones del poblado, a la altura
del muro del Pantano de Elda, se hallaron enterramientos en la margen izquierda
del río (Cueva del Hacha), con tres
cráneos y un pequeño ajuar funerario, fechados entre 2.000 y 1.800 a.C., del
Campaniforme de transición.
Esto data al poblado en el Bronce pleno, y
existiría hasta entrado el año 1.000 a.C en el Bronce tardío, e incluso hasta
la aparición de la cultura ibérica hacia el 500 a.C.
En torno a este tiempo aparece en El Monastil
la cultura ibérica, y los pueblos nómadas del Sur de la península van llegando
hasta estas tierras para poblar de nuevo el ancestral asentamiento de la Edad
del Bronce. En El Monastil es muy probable que ello ocurriera en el paso del
siglo V al IV a.C., como se desprende de las excavaciones realizadas.
Posteriormente, a mediados del siglo I a.C.,
será sucedido por la fase de romanización que cristalizó en la formación de un
núcleo romano, hasta su total desaparición alrededor del siglo II d.C.
Descripción:
El Poblado amurallado de El Monastil se
organiza urbanísticamente a partir de una calle larga y central que discurre a
lo largo del asentamiento, y a cuyos lados se distribuyen los compartimientos o
viviendas, estando todo ello adaptado a la topografía del terreno donde se
asienta.
El poblado que conocemos hoy es
fundamentalmente una acrópolis, o
ciudadela elevada, que se extiende hasta la estribación Este de la Sierra de la
Torreta, aunque es evidente que el poblado ibérico se extendía por las llanuras
que desde la falda de la sierra caen hasta las riberas del Vinalopó por el flanco sur. Es en esta zona donde las
excavaciones efectuadas encontraron a nivel profundo ( más de 1,80 m.) la
construcción más antigua del poblado ( al menos del siglo V a.C. ).
Estas estructuras quedan fuera de la “ciudad
alta” y la montaña y dan paso a una gruesa muralla, hoy muy destruida, que
muestra una pequeña porción de cubo o torreón. Esta muralla alterna alterna con
la propia roca y ambas consiguen
fortificar el poblado superior. Éste cuenta, en el flanco norte, con unas 21
viviendas, entre 6 y 12 metros cada una, con forma cuadrada o rectangular, con
muros medianeros, comunes a las viviendas. Es lo que hoy en día llamaríamos
“adosados”.
En el flanco sur, suman un total de 25
viviendas, en las que destacan dos de ellas de unos 30 metros cuadrados
habitables. Los arqueólogos piensan que deben tratarse de estancias
“señoriales” o de almacenes comunes para ellas.
En la zona alta, solo se encuentra un núcleo
de 5 viviendas, que cierra la acrópolis por esa parte. Todo ello da una idea
aproximada de unos 170 habitantes (según
Serra Fols) en la ciudadela, número superior si contásemos con los que
habitaban las partes bajas del poblamiento. No se ha encontrado aún la necrópolis
del poblado, aunque algunos autores creen que tendría relación con la probable
necrópolis del Chorrillo, a escasos 2 Km. del poblado, que se dataría alrededor
del siglo IV a.C. por los materiales
allí hallados.
La importancia de la cultura ibérica de El
Monastil queda demostrada por los restos arqueológicos encontrados allí y
expuestos en el Museo local. Se trata pues de un asentamiento íbero de
características análogas al célebre yacimiento de La Alcudia de Elche, y según
se desprende de los trozos de cerámica ibera pintada y allí encontradas, se
puede hablar de un “maestro pintor de El Monastil”, dadas las
características tan especiales que presentan tales decoraciones en la cerámica
hallada.
Con la romanización, El Monastil sufrió el
mismo tipo de suerte que otras plazas íberas de la región (La Alcudia, Denia o
Lucentum), con iberos romanizados o los propios romanos , originando las
llamadas uillae romanas o lo que es
lo mismo, las venideras villas.
La ciudad ibérica de El Monastil fue llamada
por los romanos Ello ( o Elo). Se ha encontrado una estela romana
con la inscripción AD ELLO , cuyo
significado es “hacia Ello”, y estaba
ubicada en un ramal de la Via Augusta que descendía por el Valle del Vinalopó hacia Illice (Elche) y Cartago Nova (Cartagena), por lo que se supone que la ciudad de Elo
comenzaría un importante comercio con los romanos para adquirir los productos
que éstos traían desde Italia.
Las clases pudientes ibéricas se aliaría con los
nuevos dominadores y decidiría equipararse a ellos imitando su forma de vida,
como lo demuestran los restos encontrados en el poblado.
En los tiempos romanos, las viviendas usaron
tejas, curvas y planas, de las que se han hallado muchísimas en El Monastil.
También, dado su esplendor, han sido halladas muchas piezas numismáticas romanas
acuñadas en diversas cecas de la época, tales como Illici, Tarraco, Dianum y
Cartago Nova. De esta última se han hallado hasta 8 piezas. También se
encuentran muchos restos de ánforas y otros utensilios en “terra sigillata”, lo
que demuestra que El Monastil llegó hasta la
época Medio-Imperial romana, en tiempos de Augusto y Tiberio.
Un descenso sustancial de restos
altoimperiales en la acrópolis hacen pensar que la ciudad romana de Elo sufrió
una fuerte recesión económica y por ende un abandono parcial importante del
poblado, lo que dio lugar a que las gentes descendiesen al valle, junto a los
márgenes del río, lo que dio lugar a muchas explotaciones agrícolas en ambas
orillas: Casa Colorá, Arco Sempere, Puente I y Las Agualejas, importantes lugares
donde se han descubierto muchos hallazgos romanos en los últimos años.
En el siglo IV, un nuevo esplendor aparece en
la parte alta de la acrópolis debido a un nuevo auge económico de la zona,
demostrado por las importaciones de cerámicas norteafricanas y circulación
monetaria, abundando las ánforas de vino y aceite béticas, así como otras
provenientes de Provenza y Marsella. Esta actividad se prolongará hasta el
siglo VI, hasta la aparición del periodo visigodo, donde los habitantes
elotanos fueron bajando paulatinamente al llano del valle hasta fundar la
actual ubicación de Elda. De esta época existen multitud de restos
arqueológicos en el Museo local, cuya visita recomendamos para que podáis
apreciar las visicitudes por las que pasó toda esta zona.
En el yacimiento se ha excavado y recuperado
la antigua iglesia paleocristiana visigoda, la cual, para poderla ver en todo
su esplendor se han instalado dos altillos o plataformas metálicos desde los
que se disfruta una visión magnífica de la misma.
TEXTOS:
Bienes
Catalogados del Excmo. Ayuntamiento de Elda.
Poveda Navarro, A.M.: “El
Poblado ibero-romano de El Monastil”
FOTOS: Ximo G. Rico (Amigos
del Castillo de Elda)
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Galería
fotográfica: